En la soledad del desierto se alejó del mundanal ruido, solo oración y penitencia, un crucifijo en una mano y una piedra en la otra. Su cuerpo se demacró en su ascetismo y perfiló su anatomía al detalle. Torrigiano lo captó a la perfección en su escultura que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Yo, a partir de una fotografía de una vaciado de yeso en la Facultad de Bellas Artes, he realizado este dibujo para practicar la anatomía y el encaje así como para experimentar la cantidad de volúmen y profundidad que se puede obtener usando solo dos tizas de pastel.
Ramírez Torres, Guillermo "San Jerónimo" (2012). Tiza pastel sobre papel.50x65 cm.
Fotografía: Guillermo Ramírez Torres