Las sombras del invierno comienzan a llegar y proyectan mortecinas formas. El calor de la luz desaparece y todo queda tibio, casi sin fuerzas, como si quisiera reservarlas para el resurgir de la primavera. Nada escapa a ello, ni la vítrea cerámica ni el frío hierro. Todo aguarda su momento para resurgir.
Fotografía: Guillermo Ramírez Torres
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